En el verde propicio del campo
se esparcen lisonjeras, exhibiendo
su presencia en manchas sumisas.
Sin exhalar fragancia, en su recato,
sólo yacen en el prado bebiendo
todo sol y toda lluvia.
Podrán pasar inadvertidas
para ojos presuntuosos...
mas su rojo carmesí
que es rojo vida,
quizás tomado de las rosas,
será atracción de las miradas,
que como ellas,
viven siempre la ilusión
de asombrar
por su simple condición
y en su simpleza... ser amadas.
De mi libro “De cumbres y de abismos”. 2007 ISBN 978-987-9415-23-8