El mañana se nos echa encima
y es esta ingravidez de sentirme
en ti tan alguien en plenitud
de reveldía desbordada.
No es luchar contra el destino,
es como tus manos se resisten
a dejarme atrapar por los anchos
dominios de la indiferencia.
Diluirnos en contracorriente
es ser en ti gota de lluvia
mecida por los hilos de tu paz
antes de caer en el invierno.
Anticiparte a mis prioridades
es tu manera de ralentizar
nuestra posible despedida
para hacer coincidir el adiós
con la prontitud de verte aquí.
Tu irrumpir en mi percepción
de un mundo sin tragedia,
si bien pudiera ser una visión,
es acomodarte entre mis ojos
para mecerme la mirada.
Nunca dejes de ser en mí
la chispa que justifica
el seguir mirando hacia delante.