Dedicado a mis hermanos caídos en el sur del Peru.
Desde ese espacio donde solo se respira el olor a pólvora, muerta ya, aquella soledad del abrazo que has dejado de darme, desde ese hoyo profundo envuelto por el río de la sangre de mis venas, y de la tuya que yace yerma y dolida, desde ese hoyo profundo reclamo tu partida, tu sacrificio; tus voces se acallaron en medio de la nada, y no supiste qué ya habías partido, que te marchaste muy pronto, pero al verte, yermo y dolido, mi alma se quiebra en mil pedazos; ahora tu silencio habla en todas las bocas, y tu mirada de mártir se ha plasmado en los ojos de miles, de millones, y te escuchamos en ese silencio que se escapó de aquel hoyo profundo, llamar a cada uno de tus hermanos por su nombre, y nos sentimos tuyos, nos sentimos vivos, y afortunados, y es que tu partida por una causa justa y noble, nos dejó un adiós que recordaremos, te has tatuado en nuestros pechos; te siento vivo en mi alma y mis pensamientos, y escucho tu voz gritándome en las sienes, y aquel hoyo profundo del que vinimos, ya no es más, ahora le florecen cardos y jazmines, y en el medio de estas, una flor de retama, que en sus pétalos… lleva tu nombre.