Sé lo que es la soledad y también sé, que es mi mejor compañía.
Sé llorar en silencio y lo que es bailar con mi dolor.
Aprendí a cantar sin voz y a lamer mis propias heridas.
Desarrolle este cruel hábito, después de tantas despedidas.
Quizá es el día, o quizá es la noche lo que hace que aquellas cicatrices de vez en cuando se desmoronen.
Día tras día, con mi mente en blanco, ojos perdidos; y si profundizamos un poquito más, quizá también, con el corazón vacío.
-Mel