Hasta las olas
se enfadan y cabrean
con las mareas.
Luego descargan
sus golpes en la costa
y en arrecifes.
En las resacas
se vuelven muy gruñonas
mientras se calman.
Van a las playas
de arenas muy doradas
y otras oscuras.
Allí descansan,
se estiran y se duermen
con las gaviotas.
Es un paréntesis,
un tiempo de descanso
para seguir.
Luego, a su hora,
se alertan sus sentidos
y se despiertan.
Vuelve la lucha
del mar contra la tierra,
golpe tras golpe.
Y aquí, los vientos,
por medio de galernas
tienen la culpa.
Los temporales
de sur y sudoeste
son los causantes.
Es la pelea
del mar y de las olas
que ofrece al hombre.
Golpes de mar
con olas desbocadas
del padre invierno.
Rafael Sánchez Ortega ©
23/01/23