La tarde cae al abismo de la noche
como un suspiro los últimos crepúsculos
se precipita al misterio, al silencio.
Ennoblece los sentidos de la carne,
la alborada en los océanos del espíritu.
En los nacientes astros veo la utopía
que calla ante la voz trémula del tiempo
blancos azahares marchitos de nostalgia
ornan los pilares yertos de mi lecho.
Pero... ¿Qué puede ofrecer el peregrino
que sueña en sembrar entre grietas secas
signos, prodigios y estigmas de su cruz?
Camino entre melancólicos senderos
ya las hojas maduras caen de los árboles
blanqueados en el otoño de mis sueños.