\"Vacía está mi vida\",
me dices.
¿Entonces yo
nadie soy para ti?
Estoy a tu lado.
Siempre lo estuve.
Me siento como
excluído de tu vida.
No llores, nuevamente.
Deja a un lado tu llanto.
A mí también
me dan ganas de llorar.
Pero no podemos estar
por el resto de nuestros días,
llorando una ausencia.
Debes resignarte
a aceptar esta amarga
pena que nos embarga
a ambos.
Tu tristeza y vacío
se debe a que tú
le diste la vida.
También yo participé
en su nacimiento.
El destino quiso
que dejase de existir.
Ninguno compra
su vida
a un plazo determinado.
Tuvo ese fatal accidente.
Debemos asumirlo.
No se pudo hacer justicia.
El asesino no tuvo
la valentía de detener su coche.
Le dije que no saliese
a bicicletear tan tarde.
No me hizo caso.
Siempre le hemos dado
todo lo que quiso.
Lo consentimos en todo.
¡Le hubiese tenido
que pegar para que
me hiciese caso!
Nunca lo hice
ni tú tampoco.
Aún no se ha podido
hallar al asesino.
Siempre he querido
tuviésemos otro hijo.
Pero tú no lo aceptaste.
Nada quisiste...
deseaste vivir con su recuerdo.
Y casi todos los días
lo lloras.
\"Vacía está mi alma\",
dices... y con esas palabras
me lastimas la mía.
Hagamos un viaje...
pero tampoco lo aceptas.
¿Qué es lo que yo
puedo hacer
para que tu vida
no se sienta vacía?
Tienes mi amor intacto,
como desde el primer día
que te conocí.
Pero mi amor no te alcanza.
Trata de sobrellevar
esta ausencia, querida.
También yo tendría
que decir
mi vida está vacía.
Pero no...
no puedo ni siquiera
pensarlo, porque
existes tú en mi vida...
no llores...
mañana será un nuevo amanecer,
trata de fortalecerte
por el resto de nuestra existencia...
ten presente
que tienes mi amor
en tu vida....
Derechos reservados de autor (Hugo Emilio Ocanto - 23/05/2014)