«A grandes males, grandes remedios».
Reza un viejo refrán popular.
Pero ahora: ¿Qué me hace pensar?
¡Para viejos males, no hay remedios!
Analice usted toda la historia.
¡Oh las guerras, siempre han existido!
Los conflictos han prevalecido
toda la vida… ¡Qué trayectoria!
Porque entre el amor y el interés
existe una ligera fisura;
a veces, vestida de ternura
mas otras, que nunca las prevés.
El mundo corre aprisa y lo veo,
basado en la codicia e inmundicia.
No es broma, lo dice la noticia
del periódico que a diario leo.
¡Nos vamos quedando hasta sin flores,
temprano se va la primavera!
Marchita, en el fuego de la hoguera,
sangrando sus venas con dolores.
¡Y la tierra ruge con dolama!
Los vientos azotan con su furia
creando en los seres más penuria
y es con esa furia… ¡Qué reclama!
¡Sienta el sol, se ha puesto más candente,
la nieve derrite en los glaciales!
Se secan, también los humedales…
¡Se muere, lo que fue floreciente!
¿Y el rico? ¡Se afana en sus riquezas!
¿Y el pobre? ¡Comiendo sus miserias,
va subsistiendo en las periferias,
sufriendo sus múltiples pobrezas!
¿Y la ley del más fuerte? ¡Persiste!
Quien tiene el poder, es un villano,
de la soberbia es buen artesano
y a quienes lo enfrentan… ¡Los embiste!
Tanto el obrero y el campesino
siguen oprimidos y explotados
y por siglos de historia… ¡Ultrajados!
¡Ay de aquel que crea, es su destino!
Y remedio no habrá para males
si ese mal pervive en los humanos.
No importa si ateos o cristianos,
deseando van cosas banales.
Y así seguirá la trayectoria,
no creo haya cosas diferentes.
Si acaso hay algunos referentes,
serán unos pocos en la historia.