Te idealicé, y te leí en escritos
envuelto en la cadencia victoriana
salido de novelas de Jane Austen
tenue romance, elegancia y misterio;
sin embargo, te conocí.
Llorando escribí de ti y te leí
como una sutil novela kafkiana
que me ilumina y da una epifanía
la cual me hace romper tu presbiterio;
sin embargo, te conocí.
Sobre ruinas edifiqué un amor
con un filo de punta de obsidiana
sacrificando mi antiguo sentir
irguiendo un deseo sobre acroterio;
sin embargo, te conocí.
Amándote más de lo que te amé
haciéndome poeta bequeriana
con versos describiendo tu mirada
desnudando juntos nuestro misterio;
sin embargo, te conocí
y
te conocí
y
te conocí
y te amé.