Aquellas horas cuando el silencio era más profundo,se escuchaban los gritos del corazón,ya taciturno.
Aquellas horas al infierno de Bukowski no le bastaría un lunes en el domingo triste de Buesa; estaba allí a la una ,a las dos ,a las tres y también a las cuatro de la mañana sin ella.
Aquellas horas en este cielo y en el cielo estrelledo de Neruda no tiritaban azules ni violetas los astros a lo lejos ni a lo cerca ,no encontraba sus brazos, y los labios solos se movían buscando sus besos.
Aquellas horas negras que no tenían hora de acabar, y que repetían cada noche ;si tuvieran un número sería uno ,de uno solo ,o quizá un infinito ,de infinita soledad .Si tuvieran olor sería a humedad .