Un verso suelto
escapa del cuaderno
para tus ojos.
Lleva un mensaje
un canto de esperanza
y una promesa.
Tú le recibes.
El cuerpo se estremece
con ilusión.
Miras al cielo
musitas un susurro
como oración.
Y, lentamente,
te embriaga su lectura
y contenido.
El verso suelto
nació sin proponérselo
en un instante.
Buscaba rosas,
sirenas en la playa,
que no encontró.
Y vio una estrella,
cual lágrima en la noche,
rasgar las sombras.
Y comprendió
que el verso que buscaba
estaba en ella.
Fugaz luciérnaga
que alumbras a las almas
de los poetas.
Rafael Sánchez Ortega ©
25/01/23