Mi último día
Solo necesito dos metros cuadrados
para morir en la paz que pido,
desnudo nací y así me habré ido
soltándome aquellos candados
que mantuvieron guardados
mis pensamientos en la oscuridad,
al llegar tú, con aquella tranquilidad,
corrompiste mi vida de tal manera
que no me importaba, solo tu cadera,
redonda y rebosante de sensualidad.
Siempre quise una muerte rápida
no merezco ningún lamento
lleno de hipocresía de momento,
sin tanto protocolo ni pleitesía,
ni quiero ver a nadie en mi agonia
pero si amaré volver asentir tus labios
que durante todos estos años,
pudieron darme sus caricias,
y tus amigas hacerme cosquillas,
mientras jugaba con tus pelos castaños.
Más allá, en el tiempo no queda nada,
vos me hipnotizaste con tus caderas
que encendieron del infierno las calderas,
tu chispa prendió hasta pólvora mojada
al quedarte de tu ropaje despojada,
trayendole a mi vida ese resplandor
dándole de tu cuerpo la luz y el calor,
al manto de luz que brilla en la habitación
y que se estremece junto a la sensación
de enseñarle a tu alma a hacer el amor.