Me sueño a mi mismo en noches perfumadas,
que subrayan los límites de nuestros mundos.
En ellas vago por un negro abismo,
donde los jardines no tienen flores
que puedan adornar tu pelo.
La niebla pronto envuelve tu silueta,
y la sangre en mis venas arde
al no poder alcanzarte.
Busco tu belleza en los fragmentos
de estrellas que siempre me eluden.
Busco tu voz en los lejanos murmullos
que tan solo yo puedo oír.
¿Cómo puedo tocar tu cuerpo?
Si te escondes en colinas,
donde nuestros senderos no llegan.
Y entonces me recuerdo,
que no puedo apresar los sueños.
La noche ya palidece
y temo no encontrarte,
cuando mis ojos despierten.