Me gustas mucho.
Toda tú.
Más de lo que puedo controlar.
Descubro que me enamoré de ti.
Para enamorarme de ti no necesité nada.
Nada más que tus palabras.
Aunque me asalta un cuestionamiento:
¿acaso me enamoré de tus palabras y no de ti?
Mas sé bien que tú eres tus palabras.
Tú eres poesía.
¡Ay, poesía, cuánto te amo!