En un antro un encuentro,
entre dos seres inperfectos.
Sucede en el momento
que cruzan sus miradas,
dos causas pérdidas
unidas por causa y efecto,
dos cuerpos sedientos
dos errantes jugando
a ser amantes.
Bailan se presentan, conectan
y se cuentan sus defectos,
los míos a ella le sientan perfecto
los suyos mi interes aumenta.
Ambos sucumben al encantó
del ritmo del tambor,
entre tanto el amor
les prepara una sorpresa,
tienen claro en su cabeza
que sus corazones son cabrones.
Pues no cren en relaciones
que perduren en el tiempo,
ni tampoco en sentimientos.
Ambos creen que las palabras
se las lleva el viento,
y que solo las acciones
son, las que narran cuentos.
Conocerle fué como conocerme
fué brindarle y concederle
a sus deseos los míos
sin líos sin desafíos,
fué apreciar un paraíso
sin compromiso sin culpa
con emociones opacadas
por dos corazones con miedo.
Y unque me cueste admitir
me gusta sentir
lo que trasmite su mirada,
que aunque lo quiera impedir
dice todo mucho y nada.
Así, empezó nuestra historia,
cuyas intenciones eran crear
sensaciones pasajeras
pero nuestras emociones
se dieron manera de coexistir
de concebir dicha quimera
como verdad.
Ambos tenemos la creencia
que el amor ya no existe,
por eso lo hacemos
y cada día más tenemos
una conexión especial.
En una bella noche, las huellas
del derroche aquel
quedaron marcadas en su piel.
Aquella mujer tiene el poder
de ser la abeja y la miel
de encontrarme al perder
el control cuando le hago el amor.
En su feroz osadía
me dió su cuerpo en derroche
para que la haga mía
de día y de noche
para que sea su todo
dentro de un posible nada
pero de algún modo
nos complace esa mascarada.
Esa de amar sin ataduras
en un balance preciso
dando fuego pasión y ternura
amándose sin compromiso
tiene un efecto perfecto.
Según los conceptos
de la pasión
sentir como crece el afectó
dan la razón
a los preceptos
de dos corazones cabrones.