Mentes de carencia y necesidades
sin medir las claras consecuencias
entregan sus fuerzas con vehemencia
a la satisfacción y banalidades.
No hay distinción de raza ni sexo,
para desbocar como perros sabuesos,
como animales libres y en celo,
las infimas pasiones y desvelos.
Infausto e insano libre albedrío
para defender banderas del vicio
mantienes a un pobre ser en suplicio
que palpita alejado del bullicio.
Parecieran como seres anestesiados
solo buscando el elixir del placer
cómo si nunca fueran dignos de ser
seres morales, de bien y desciplinados.