Alzo los brazos, pero no en alabanza
no renuncio al día labrado por mí mismo
a las lágrimas enjuagadas con harapos
derramadas entre estrellas atadas con cendales
escondiéndose de los rayos del sol
rencorosos, lacerantes, desgarrando la piel
esperando convertirla en cuero, impenetrable
Alzo los brazos, sin glorificaciones
con mis latidos interminables de rebeldía
cuestionando el dogma y la deidad
provocando la bienaventuranza en cualquiera
que rechace el pobrerío con sudores y sangre
sin maquillajes ante altares
o peregrinajes que doblen rodillas ante pesebres vacíos
Alzo los brazos, sin dejar de alzar mi voz
la que grita amémonos
bajo el torbellino de rencores que pretende sembrar el pasado
o la ventisca inclemente que provocan los elegidos
sin importar el vendaval de injusticias que legalizan en los estrados
Amémonos, bajo la niebla y el silencio que conforman las naciones
tras las puertas y las celosías
frente al mar y la montaña
bajo la luna que nos abriga
o el sol que nos cobija.
Amémonos, sin más sexualidad que nuestro latido
sin género, sin condiciones
Alzo los brazos, solo para gritar
Amémonos