José Domingo
A sus tara
Asusta un perdón obligado
que nunca de su cuarto enamorado
se separa.
La cerca de lirios y flores moradas
que nunca le dieron, encrucijadas
de puntos y comas rezando escribía
reza de vidrio rezos de ironía,
como si esperara.
Asusta el ronco roncar de tormenta, el reacio
del reloj de arena, de la silla de anea, el paso
—el llorar llorando de un payaso—
del tiempo que se para.
Léeme cuando arda la hoguera
cuando broten emociones
de una fuente de perdones.
Contigo en verso, y en prosa declina
del sangre azul su propina
¡así faltara!
Hasta la riqueza asusta, la nada
estuvo siempre ensangrentada
como si abrasara
A contraluz del espejo
olvidar todo mi locura sería ,
disputar al eco mis palabras, combates fugaces,
esparcir versos campantes por campos donde encuentren
las estrellas que plagan mi pecho sus sombras
y me asustara.