Voy a buscarte, padre,
pero no llegaré a tu tumba.
Voy más cerca, adonde vives.
Te siento en mi pecho y allí acudo
a encontrar tu inefable compañía
que la siento intacta y sin los velos
que aparecen tras los años.
Cuando quiero deleitarme vivamente
marcho a encontrarte en tu refugio
entre piedras y riachos...
dorados por el sol de tu presencia
y que ausente dejaste más dorados
en el nítido vigor de tu recuerdo.
No llevaré ni rosas ni jazmines
al lugar donde te encuentras.
Te dejaré lo que soy y lo que siento
y si esto no te place,
te daré las virtudes de tus nietos
-mi riqueza-
donde sobreabunda tu legado.
Y sí... voy a buscarte siempre
porque siempre necesito, padre,
de tu abrigo y de tu temple.
De mi libro “De sentires y sentires”. 2008 ISBN 978-987-556-229-5