Al invocar a mi voz entonada,
su espíritu no me responde,
mas mi alma no se agobía,
conoce muy bien el por qué.
A Xochipilli en ofrenda se lo dí,
a cambio su bendición recibí.
Flores puso en mi camino,
con tinta mi templo marcó.
Por eso,
triste de no poder cantar,
no estoy.
Su regalo,
me lo recuerda cada día,
mi ser,
cantos floridos le envía,
no en forma de canto,
sino, como sentida poesía.