Aunque pierda mi tierra
y su olor penetrante
después del riego cándido,
me quedará el espíritu
de un indomable pálpito:
mi corazón latiendo
resistirá la pérdida
y buscaré otros mundos
donde ubicar mi vida…
Perderé los aromas
de tierra humedecida
en el estío indómito,
y lloraré esa pérdida
desconsoladamente…
Mas buscaré en el día
otros lugares cálidos
donde marchar por siempre
luchando contra el tiempo…
y esperaré paciente
luciérnagas fulgentes...