Me había prometido no dejar de escribir, pero el proyecto que tengo en mente se vio truncado por oscuros nubarrones que, de una u otra manera, circundaron mi cielo, mi cielo azul tachonado de diminutos luceros. Un fuerte aventón puso mis pies en el suelo, y mis pupilas más allá de las estrellas. Esta hipersensibilidad que no me abandona y que, más temprano que tarde, golpea inmisericorde el cristal de mi estúpida somnolencia.
Innumerables veces he escrito, que me encanta meditar bajo el embrujo de la luna clara, antes de la media noche, o pasada esta, y muy cerca, de la hora del elixir secreto.
¡Qué sublime! Tomar la pluma y plasmar en un trozo de papel, ese algo que, regurgita desde lo profundo del ser.
Voy a liberar estos versos que inquietos se escapan de entre mis dedos
Arde la pluma y el tintero seca
Un fuego sacude mi blanca túnica
Y la noche torna su luz de un verde esmeralda
Es la sombra que resguarda su virginidad
Es el velo que la sacude.
Echarme atrás con esta sed que agita en mi garganta
No representa valía alguna
Mísera cobardía que nubla mi existencia
Presa que sucumbe en el mar de la ignominia..
Imagen: Créditos a su creador.
Luz Marina Méndez Carrillo/26/01/2023/ Derechos de autor reservados.
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