Es contemplada la hazaña de lo interesante.
Se lee el libro de la legendaria Ondina,
pero cerrado por motivos personales;
marca el linde entre el mito y lo imaginario,
asegurado en los puñados de montes serenos,
convocatoria de culpables, larvados rebeldes,
es un éxtasis dúctil y despabilado;
sale el cazador aguileño con su azada,
cercano al territorio espléndido de azaleas,
escriben canciones los huérfanos de inspiraciones,
se arremolinan vanguardistas con ideas modernistas
casi incoherentes que descuajan las palabras
sin poder contar un universo consolidado.