Cuando el día está gris
y no me encuentro a mí mismo,
es que me gusta caminar descalzo,
sintiendo la arena en la playa,
el viento en la cara,
el sonido del mar rompiendo en la escollera
y el graznido de alguna gaviota ofendida
porque ve invadida su privacidad.
Es cuando el día está gris,
mientras un café se enfría en la mesa
y el enésimo cigarrillo
se consume solitario
en un cenicero atestado de colillas;
que la nostalgia se hace carne,
compañera y amiga
mientras se arrellana
en el sillón de la sala.
Y conversa del pasado,
de momentos vividos,
de huellas que el tiempo ha borrado,
dejando solo vestigios del camino desandado,
apenas una marca irreconocible
en el suelo hollado por unos pies,
que hace tiempo,
tomaron otra ruta.
Es cuando el día está gris;
cuando el cielo amenaza
con dar un concierto monótono contra el cristal,
que suelo preguntarle a unas fotos desteñidas,
si haber amado en estampida
es causal de que la lluvia
haya dolido tanto.
-. PaR
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27012023