Quisiera proponerte
algo tan indecente
como querernos en secreto.
Y digo «querernos»
no desde su uso literal
que engloba posesión.
Sino más bien
desde su concepción más animal,
querernos con hambre.
No sugiero «devorarnos»
porque no quedaría nada
para la mañana siguiente.
Tampoco «desearnos»
porque le quita la cosquilla
a lo que siento cuando te veo venir.
Quiero que nos queramos
como al pibito en prescolar
que va a clases a diario,
queriendo volver al jardín cada mañana
para ver a la compañerita que tanto le gusta
aunque no le pueda tomar la mano.
Quiero que nos queramos en silencio.
Y que todo el que nos observe
no pueda evitar pensar:
«Quiero que me quieran
como se nota
que se quieren esos dos»