Saltaba y nunca paraba
sus ojos no la veían
pues juntos, más saltarían
y mucho más se angustiaba.
Si la iba atrapar… ¡saltaba!
y mucha savia sorbían.
En las crines se escondían,
en las crines se ocultaba.
¿Y qué será, hoy me pregunto,
eso que saltaba tanto?
¿Cómo resuelvo el asunto?
Diga usted, sin atraganto:
¿Quién será el bicho presunto,
que genera hasta quebranto?