Me hacen daño
tus carantoñas
los latidos del uniforme
el vestido rojizo de sal formulada
la salina donde vivificas mi ánimo,
el reptil rectilíneo en que acaba
tu extensísima cola.
La angustia despreocupada
que augura un relativo bienestar opaco;
la antigua memoria sin amnesia
que ocupa ahora tu vulgar asimetría,
me da de ostias por todos lados.
Así, multiplicas mi decadencia,
revitalizas mi esqueleto de ser humano,
la hoguera donde yacen cenizas
ausentes.