Fugaz, como la ráfaga de viento
que rige mi destino,
la voluntad se escapa
por el mismo camino.
Me genera deseos.
Me produce inquietudes.
Y después me abandona,
dejándome tan solo,
frustración.
Quiero atraparla,
aprehenderla,
adoptarla.
pero no lo consigo.
Y al perseguirla siento
decepción.
Dejándome llevar por la molicie.
Cayendo una vez más en la indolencia.
Renunciando al esfuerzo
y a la dedicación,
esa falta de voluntad
me acaba condenando:
a la resignación.