Correr para volver
Aprender para olvidar
Dejar para añorar
Despedirse para extrañar
Tanto desaliento de fuego
Del calor abrasante del dicho
De la fogosidad de las palabras
De aquellas que te atan
Odiar y volver a amar
Es ley de existir
Y volver atrás
Regla de nuestro vivir
Volver al campo llano y verde del recuerdo
En el juego del pasado remitente
Que nos envía a reencontrar lo nunca hallado
A llorar felicidades que no existieron
Caminar y a mitad de camino, caer
Mirar y volver a mirar
Y en aquellos ojos del verdadero extrañamiento
Encontrar incierto el futuro y difuso el pasado
Amaneceres y atardeceres se despiden en un mismo tono
Con calma, sin ansiedad ni prisa
Sin afán de alcanzar
Sin intención de regresar
Por siempre atados al destino que los atrae
De nuevo a nuestro cielo
Pero sin arrepentimiento sin pretextos
Sin asideros de cristal
Sin un olor a sangre que los haga recordar
Sin una nota que los transporte
Aceptando la nueva mañana como deben
Tranquilos y delirando