El invierno derrama su líquido amniótico,
ha roto aguas y ha nacido
esparciendo sus aguas por los secos pantanos.
Un aliento gélido se derrama
por la atmósfera atómica de la guerra,
una fogata calienta los dedos de una anciana.
Las semillas ya descansan en sus barrigas embarazadas,
esperando que se agote el tiempo
en que el invierno críe su crianza.
El prepucio de una montaña pinta de blanco,
mientras más abajo, se hielan los tallos,
el minero pica su tabaco
y, el polvo negro del carbón, se ha asentado.
Comienzan las matanzas.
Por chacinas, criadillas y sangre
sesos, costillas y costillares,
manjares.
Y mientras tanto
Un tufillo de gas se escapa,
por las tuberías del Cantábrico
y otro escatológico,
por los pantalones del rey.
Mientras, en el crudo invierno,
unos se comen a otros.
Reptando por los pantanales embarrados,
los tejados cubiertos de nieve
agujeros en los arados
y los huertos minados.
¿Se acabará algún día?
« No hay nada que la guerra
haya conseguido que no hubiésemos
podido conseguirlo sin ella».
(Havelock Ellis)
Poem & Rhápsody ©2023
La fina piel de la cáscara
Alfonso J Paredes