Hare una confesión que ya no puedo guardar, porque este silencio amarga mi espíritu, me ahogo con mentiras y vivo en una caja de cristal, observando el mundo desde la ventana, reconociendo que aún vives en mi intelecto, me acosas en la noche, causando que la melancolía se penetre en esta habitación. Casualmente nacen las ganas de salir corriendo e irte a buscar, no obstante lo hago por redes sociales y cuando doy con tu perfil deseo enviarte un mensaje, pero me acobardo por el temor de que lo ignores y cierro la página, la abro nuevamente y la vuelvo cerrar.
Dicen que \"el que no arriesga no gana\", francamente a mi me parece mas efectivo renunciar y evitarme la desilusión, para qué crearme ilusiones, con qué objeto imaginar un final feliz, si tú estas lejos y yo tengo claro que no volveré a verte a no ser que te aparezcas al dormir. De igual forma la distancia que existe entre nosotros no impide que algún día llegue a cruzarte, permita una mirada y una pausa de lo que nos rodea, que te hable de poesía solo hecha para ti y que deja al descubierto lo que aprendí contigo; el amor, la lealtad, dulzura y entrega. No lo sé, tal vez digo esto en modo de consuelo o porque quiero agarrarme fuertemente de algo para continuar soportando tu ausencia, me invento una falsa esperanza para esconder la verdad en el fondo de mi interior y así luchar hasta que al fin un día inesperado hayamos logrado triunfar.
Confieso que eres dueño de todo lo que soy y ya no hay por qué negar tan hermoso sentimiento, me hare cargo y seguiré viviendo para amarte, guardaré cada te amo que no pueda decirte, cada beso que no pueda darte y esperare que llegue el momento en el que Dios nos unirá.