Rosa, tenue como el exhalar de un último suspiro.
Amarillo, como la pálida agonía de la desesperanza.
Gris, como el temor de una duda sin certezas.
Rojo, como la pasión desenfrenada del amor.
Negro, como el contundente sonido del silencio.
Sepia, como el recuerdo de los secretos mejor guardados.
Marrón, como el soplido del viento en las arenas del desierto.
Violeta, como la más exótica de las fantasías.
Carmín, como los labios de los besos más deseados.
Azul, como el luminoso jadeo de placer de los amantes.
Celeste, como un impoluto destello de libertad.
Anaranjado como la puesta del sol en la pradera.
Verde, como el brillo que alberga una esperanza.
Blanco, como los pañuelos de búsqueda y memoria.
Oscuro como la tempestad de una noche de injusticias.
Translúcido como el cristal de juzgar nuestros defectos.
Opaco como el amanecer de un día triste.
Brillante como la luz de la estrella que eligieron los ojos.
Transparente como las lágrimas que regala la emoción.
¿Qué colores tendrá la paleta de mi destino?
¿Qué tono elegirá para teñirme el alma?