No me interesa la carne
ni sus suplicios, la masturbación insólita
de un edén castrado desde una perturbación
atmosférica, captado desde mi perspectiva
el paraíso es una montaña de boñigas, donde
quiebran los espejos las gallináceas y otras aves
excesivamente estentóreas.
Me atrae en cambio la letra insomne de un vagabundo
su culminación de rosa la impoluta composición aniquilable
y esa estatua que orina sobre mis jardines consolados.
Oh simbolismo, oh modernismo, oh estratos de una esfera
cuya rueca no encuentra Penélope, no halla fin en el mundo!
Acaso no os sirve el mismo satán con sus drogas y sus calendarios
mecánicos? Vísteme de turbio, yo no encuentro el camino-.
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