¿En qué espuma marina se va el amor
cuando perece? ¿A qué recóndito silencio
su voz floral se entrega?
No queda sino el vano hechizo
como el fuego de una vela disipado,
y la dulce plenitud a un precipicio
cae sentenciada.
¿Por qué ha de morir el amor
como muere un ave que ahonda
el cosmos de luz y aire?
No deseo que muera en mi boca
el último beso que me hayas dado,
será hasta la última hora
mi dolor callado y mi recuerdo solitario,
y sólo morirá cuando muera la aurora
en su fulgor arcano.
No huyas, amor, como huyen
las palomas en el atardecer distante.
No huyas con mi alma, que tiene
en ti la esperanza y la sangre
de este clamor humano. No huyas
al olvido sombrío como caen
los sueños en la madrugada.
Que no culmine este amor
que hemos cobijado como retoño
alado o rosa santa.
Que sea por fin en nosotros
el nacimiento de la luz y lo eterno,
cuna del secreto dolor
y del llanto dulce y la risa alada.