Es ir a ciegas
besar tu cuerpo
sentir la caricia,
tierna y exigua,
de tu retamal inseguro.
Besar las palmas
de tus manos, tocarlas.
Apropiarse de ellas.
Levemente, el aire
insufla en mí tu aliento.
La caricia de tu vestigio,
esa muerte lenta y ligera,
que pesa, sobre todo en esta
vida. Dios, tu caricia o la mía.
Eso precisas, preciso, para darte
vida.