Una sonrisa
me mandas con tus letras
en un poema.
Y yo suspiro.
El alma se me ensancha
y soy feliz.
Te veo en ellas,
las letras que han brotado,
desde tus dedos.
Y te imagino,
viviendo intensamente
otros momentos.
En una playa,
andando por la arena,
tras las gaviotas.
En una senda,
cruzando por el bosque
a la laguna.
En el jardín,
hablando con los árboles
en una tarde.
Y, ¡cómo no!,
también, junto a mi lado,
en un abrazo.
Y es que ya está
la esencia de tus versos
entre mis labios.
En ese beso
que viene con tus versos
y sabe a ti.
Rafael Sánchez Ortega ©
01/02/23