Toma mi hombro, llorona,
cuando caminas por la arena
y la brisa del mar se asoma,
a tu respirar morena.
Nos dijimos adiós, llorona,
hasta el verano que viene,
en las playas del Mediterráneo,
donde las noches se hacían burlonas.
Sin embargo, tienes en tus labios, llorona,
un beso de fresa olvidado,
algunos abriles cumplidos
y sabes de sobra que jamás arrepentido.
En un asiento de un autobús, llorona,
dices adiós con un pañuelo,
como un perro a su dueño,
pregunta ¿por qué me abandona?
Duerme otra vez a mi lado, llorona,
cuando vuelvas tendremos una fiesta eterna,
donde los besos que te daría
no serían promesas, fracasos, ni huracanes.
Pero quien te ha quitado los años, llorona,
tu piel tersa y limpia como el mes de abril,
estaño guardado en un rincón,
donde escondo abrazos mil.
Vente al país de la primavera, llorona,
donde los paseos se manchan de colores,
lloran los románticos corazones
y bocadillos de miles de amores.
Ya lloro yo por ti, llorona,
déjame que a tu mundo me asome,
agarre las riendas y abotone tus ojales,
para abrocharnos sin llantos,
llorona.
Poem & Rhápsody ©2023
La fina piel de la cáscara
Alfonso J. Paredes