Solo le dije que quería una mujer
de carne y hueso, de buen corazón
y que me sepa querer. Eso eres
tú mujer, pero su orgullo me hizo
padecer. Al fin y al cabo me di
cuenta que no tenía corazón; pero
mi Dios es tan bueno que puso
en mi camino una dama sencillita.
Hoy me da lo que quería yo,
y gozamos de nuestro amor.