Quizás el destino haya sido
crear una muralla al sentimiento
y vivir de la fantasía de tu cuerpo.
Quizás las calles
ya no lleven tu nombre
y la lluvia ya no golpee
el afán intangible de los ojos
que lloran sin lagrimas
y sufren sin fuego.
Es tan solo
una tarde mas desesperada
dispuesta a curarse
con el brillo de la luna
y el ocaso de la bebida.