Atreverse a cruzar las murallas del corazón
para adentrarse en el bosque de lo inadmisible,
donde penetra, tenue, la luz.
Y la gotera insiste sobre el metal
hasta que cede.
El estallido inminente en la garganta,
bolas de fuego saliendo de mi boca.
Hoy no me sueltes:
que tu abrazo es lo único que queda
después del incendio.