Entre un abismo me encuentro yo,
a quien maldigo mi existencia
por la cual mis lágrimas se llenan de dolor.
Me pregunto a mí misma, mientras miro el reflejo de la luna
porqué mi mirada se muestra diferente tras el espejo,
que me separa entre mi alma y lo que fue de mi cuerpo.
Deseo ese rechazo mientras que mil miradas me atormentan,
voces que me susurran a cuan más fiel a la sociedad es.
Dicen, o se comenta que nací maldita,
entre miles de pastos verdes y que por dentro están quemados.
Alma de mujer; cuerpo de hombre.
Susurros que se vuelven eclipses,
miradas que se vuelven burlonas.
Así pues,
libertad no conozco sino la de estar encadenada a alguien,
porque vivo sin estar viviendo entre una soledad infinita.