Silencio soy en el desierto,
y como pez en el agua
como el viento en la colina
que atajaba la Corina
con sus manos ya ajadas.
Mirando estuve en el mar
las olas ya desgastadas
en las arenas mojadas
ellas dejaron su vida.
Y pensé en Isabel
que en el mar de
muchedumbre
murió con las
manos estiradas
sin un centavo
para su lumbre.
Tanto mirar el mar
vi una calavera pirata
con sus ojos mojados
mirando el silencio afuera.
En el desierto soñé
dos mundos en las
salitrera
entre fierros retorcidos
en una infame era
donde hiciera clases
la divina Gabriela
en una sala de clase
desolada de esas almas,
de los niños
en esas tierras
vi los pilones del agua
donde refregaban
las prendas
por turnos de día
y noche
para salir el festivo
solo a llorar sus penas.