Bésame amante,
que acaso nuestro último
verano sea y no llegue de nuevo
el aire claro
a tocar nuestras frentes,
ni la brisa joven a rozar los cabellos,
ni la ola plateada del cielo
a inundar tu mirada.
¡Amante pronto bésame!,
que las horas del amor son hojas
locas sobre los senderos,
y mi corazón es un vagabundo
entre tus manos.
Deja tu beso en mi boca
como la rosa se aferra a la primavera
que en su perpetua hermosura
clava su dulce raíz en silencio.
Amante, pronto abrázame,
que la puerta del otoño está entornada
y el verde jardín del alma
presiente la bruma gris que se aproxima.
Entrégame los últimos
esplendores de la carne nueva,
que el principio y fin del amor
nos halle repletos de dolor y dicha,
en el dulce callejón del desconsuelo.
Pronto, amor, que mis dedos
que ahora aletean por tu cuerpo,
mañana serán madera seca
entre el olvido y mis ojos,
que detienen tu belleza,
escudriñarán lo insondable.
Yo busco la forma de amarte
por sobre todas las cosas,
más allá de lo incierto.
Bésame, amor, que el verano
se aleja con su refugio de luz
y ventura, y nosotros quedaremos
tomados de las manos
en la lenta despedida
de los sueños.