Empecinado por tocarte el sueño.
Un helado derretido al honor de tu memoria
robándome las horas del hombre del saco.
Sólo bailan como capotes frente al toro
tus inocentes regalos de brasas candentes.
No te quieras ir de mi bosque rebrotado
sin antes, haber pagado el alquiler
con un pedazo de tu alma oxigenada.
Mis dedos cuidando de tu calma.
Funcionario de tus noches,
ya tengo cometido.