Aún recuerdo aquel día que me vestí con mis mejores galas para atravesar mi propio Desierto.
A lo lejos pude divisar las golondrinas con ese volar loco en busca de una Brújula que les indicará dónde sé encontraba su nido.
Antes de emprender mi marcha regué las plantas del olvido y dije adiós a mi casa con la mirada del arrugado vidrio y la voz agonizante del verbo, así pude emprender mi propio destierro.
Con el corazón roto y mi piel lacerada fui recorriendo mi martirio.
Mi actitud suicida se fue apaciguando con los días y conforme rezaba tenebrosas oraciones a los Dioses fui encontrándome cada vez más en Paz con mi verdadero Espíritu.
El Porque de este auto castigó no lo sé todavía, quizás limpiar mi alma
de muchos errores manchas y pecados inconfesables, toxinas mentales que machacaban mi ignorante conciencia.
Pero era necesario para ver el Mundo desde otra perspectiva buscando una luz entre tanta neblina.
En este naufragio existencial me enfrenté a mi autodestrucción para reencontrarme en el silencio escuchando la verdad bajo la nieve negra que caía sobre mi cabeza.
Así conseguí empezar otra vez desde cero dejando el dolor de mis adentros enterrándolo en el cementerio donde siempre que paso por sus puertas oigo a los muertos su doloroso llanto.
Manuel Lorente
Seudónimo
Mael Lorens
Reservado el derecho de Autor
Febrero 2023