Pronto amanece
y entonces, las estrellas
ya se retiran.
Van a dormir,
apagan sus linternas
y así descansan.
El cielo negro
y oscuro, de la noche,
cambia de pronto.
Sale el vestido
del alba mañanera
luciendo galas.
Su claridad
aumenta poco a poco
y nos abraza.
Atrás se quedan
los sueños y la noche
que ya es pasado.
Un nuevo día
ofrece sus primicias
a nuestros ojos.
Llama a la puerta,
se sube a las ventanas,
besa cristales.
Y tú despiertas,
te subes a la vida
con un café.
Una sonrisa
te llega hasta los labios
y no la evitas.
Rafael Sánchez Ortega ©
04/02/23