¡Retorna!, que mi anhelo
crece en agonía
y mis latidos son quejas,
y mi sonrisa
tiene el oleaje frío
de la desdicha
En los días y horas
mi pecho siente el aleteo
de la desventura.
Sin ti crece el tormento
que la soledad me acerca,
mientras a mi derredor
ciérrase el puño gris
del desconsuelo.
¡Retorna!, aún está caliente
mi corazón impasible.
Aún mi cariño te sondea,
incesante, en los confines
de los sueños.
¡Retorna, que por ti sigue
mi alma ardiendo,
y hay un invisible
delirio en la tristeza.
Si regresas, tendré para ti
mi amor intacto,
oculto y guarecido
como el primer año,
en que ante mi surgiste
con tu sereno encanto
y tus ojos salvajes
como los campos.
Te abrazaré como se abrazan
en las noches frías
las aves en los nidos,
y seré para ti como la lira
que sin cesar entona
el dulce acorde de la dicha
entre tus manos…