Hector Loaiza

Infierno femenino

En el remanso, pensando, entre nubes oscuras, una flor solitaria pasa entre mis ojos taciturnos, errante, con ecos, con tristeza, escondiéndose de la bruma.

 

Llamándome, trepandose, en mis enredaderas con sus dedos, eran tal vez como espigas o espadas.

 

Sus labios castos saben a ciruela añeja, por allí pasan palabras frágiles como vidrio. Me hiere. Me hiere.

 

Pero ávido son esos labios hirientes cómo el fuego.

 

Me he acostumbrado a vivir en el infierno de su simetría.