«Cuando todas las provincias
del mundo estén tan repletas
de habitantes que no puedan vivir
donde están ni trasladarse a otro sitio…
El mundo se purgará a sí mismo».
(Dan Brown)
El habitante
Yo habito en tu mirada
y pongo mis dedos en tus llagas,
tu ni siquiera te retuerces,
acostumbrado al dolor que te adormece.
Acompaño con un sorbo de aguas puras,
la sequedad de mi garganta cuando duele,
como una raspa atravesada,
rompes mi silencioso quejido a oscuras.
Yo habito en tu aliento de dragón,
escupiendo ráfagas de coloridos fuegos artificiales,
tú ni lo notas porque estás absorto,
viendo cómo me consumo vacilón.
La mecha que prende tus artificios,
inalcanzable, logro apagar con un suspiro,
y te preguntas: ¿cómo?, mientras miro,
la sorpresa del que se encuentra sin resquicios.
Yo habito en tu sangre roja bermellón,
recorro tus venas una a una, mientras lates,
obtusos caminos y largas veredas tales,
que acelero por cada latido del corazón.
Intento escapar del fuerte torrente,
hasta que llego de nuevo a tus llagas
y tocando con mis dedos en situación aciaga,
logro la escapada situándome de frente.
yo habito tu mirada irisada de color añil,
pretendiendo adivinar lo que divisas,
siguiendo tus pasos por donde pisas
y solo me quedan dudas, unas mil.
Veo a través de tus ojos,
cómo la tristeza se apodera,
recibiendo paciente los enojos
y simulando dubitativo la sordera.
También habito tu sesera,
recibiendo por cada pensamiento,
una descarga, un dolor, una sonrisa como alimento,
para sobrellevar esta vida en la que te habito.
Poem & Rhápsody ©2022
La fina piel de la cáscara
Alfonso J Paredes