Abbo

Ápice desde un auto

Llamándome con tus ojos en el mismo aire que nos rodeaba, pocos minutos después de obtener las 7:00 PM en el reloj, levanté mi mirada a ti mientras tu la lanzabas al asfalto desde la ventana de tu asiento. 

 

Te vi huirme y me viste también.

 

Qué desconsiderada es la vida que no deja liberar los leones de nuestro interior cuando más pronto los necesitamos. 

 

Quiero recordar cuántos parpadeos hice mientras te cruzabas en mis ojos, para así extrañarte cada uno convertido en días. 

 

Me arrepiento de verte, me arrepiento de simplemente verte y no hacer nada más.

 

La tibieza me invadio en ese momento, esa misma que aborrece Dios, solo quería tomar de nuevo tu mano y ponerla sobre esa palanca. 

Recorrer hasta la quinta y acelerar, y no dejar de hacerlo, sumiéndonos en las revoluciones de un camino lejano y distante sin aparente final. 

 

Pero una vez más, como todo lo que no fue, jamás salió del reflejó de mis anteojos, y de los rugidos de mi pensamiento.